Solemnísimo Quinario en honor de Nuestro Padre Jesús Despojado
I. Primer día del Quinario.
Lunes 9 de marzo.
Rezo del Quinario y Eucaristía: 20:00hr.
Predica: Rvdo. D. Matías Prieto, párroco de Nuestra Señora de Fátima y Canónigo de la SIB Catedral.
II. Segundo día del Quinario.
Martes 10 de marzo.
Rezo del Quinario y Eucaristía: 20:00 hr.
Predica: Rvdo. D. Antonio Matilla, párroco de la Unidad Pastoral del Centro Histórico y Canónigo de la Catedral.
III. Tercer día del Quinario.
Miércoles 11 de marzo.
Rezo del Quinario y Eucaristía: 20:00 hr.
Predica: Rvdo. José Luis Sánchez Moyano, Consiliario General de las Hermandades, Canónigo de la Catedral y párroco de San Pedro Apóstol.
IV. Cuarto día del Quinario.
Jueves 12 de marzo
Rezo del Quinario y Eucaristía: 20:00 hr.
Predica: Rvdo. Policarpo Díaz Díaz, Vicario de Pastoral y párroco de la Unidad Pastoral del Centro Histórico.
*Al término de la celebración de la Santa Misa (21:15hr aprox.) se celebrará la IX ORACIÓN POÉTICA “Velo a la desnudez. Rosas para el consuelo” ante Jesús Despojado coordinada en su organización por Dª Isabel Bernardo y con la participación de varios poetas de la ciudad.
V. Quinto día del Quinario.
Viernes 13 de marzo.
Predica: Rvdo. P. Miguel Ángel Aguado Mesa, O de M.
* Al finalizar la celebración se dará a besar la Reliquia del Santo Lignum Crucis.
*Al término se procederá a la JURA DE REGLAS E IMPOSICIÓN DE MEDALLAS a los nuevos hermanos.
45.1 En honor de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras, se celebrará anualmente en Cuaresma su SOLEMNÍSIMO QUINARIO, que dará comienzo el lunes y terminado el viernes. El Orden de cultos del Quinario habrá́ de ser: Exposición del Santísimo Sacramento, ejercicio del Quinario, sermón, bendición y reserva de su Divina Majestad y canto o rezo del Himno a Nuestro Padre Jesús Despojado.
El rezo del Quinario que se realizará es el que escribió N.H. P. José Anido Rodriguez O de M. y que a continuación podréis leer, meditar y rezar en preparación de estos cultos.
+ Rezo del Quinario:
V: Dios mío ven en mi auxilio. R: Señor date prisa en socorrerme. Oración inicial.
A tus pies llagados, Señor, venimos cargados de sufrimientos, dolores, enfermedades, del cuerpo y del alma. Hemos pecado contra nuestros hermanos y contra Ti. Queremos despojarnos de todas estas cargas de lo cotidiano y ponerlas a tus doloridas plantas, para que tu divina mirada las purifique y nos devuelva sanados al curso de la vida.
I. Lc 2, 6 – 7.
Meditación: El Hijo se despoja de su condición divina y se encarna en la fragilidad de un niño. Es en la sonrisa de un bebé donde se concentra la esperanza del mundo. Y su Madre – nuestra Madre – lo envuelve en pañales de lino. Las primeras ropas que recibimos son el amor de nuestros padres. Al contemplar el misterio del portal, el misterio de la ternura, procuremos recuperar la debilidad cubierta de amor de nuestra infancia, despojados del cinismo, del odio y del desprecio hacia los demás.
II. Mc 5, 27 – 29.
Meditación: Una mujer enferma, dolorida se acerca a Nuestro Señor, y toca sus vestiduras con fe. Y queda sanada. ¿Cuántas veces nos acercamos a Jesús, o a su Madre con nuestro dolor, con nuestra enfermedad, con la esperanza de que su manto nos sane? El Señor, como en el relato del Evangelio, no deja sin socorrer a ninguno de los pequeños que se acercan a Él. Cuando nos acercamos a las imágenes del Señor, a tocar su manto, pidámosle que también nuestras ropas, sean ropas que sanan, que nuestra vida sea vida para los demás.
III. Mc 9, 2 – 8. Meditación: Jesús camina hacia Jerusalén, la cruz se adivina en el horizonte. Y en ese camino de salvación, no quiere dejar abandonados a sus discípulos, les ofrece un oasis, les muestra un anticipo de la resurrección. Pero la transfiguración no queda en el pasado: el Señor se nos muestra resucitado cada vez que participamos en la Eucaristía. Cada vez que lo adoramos en el Santísimo Sacramento, cogemos fuerzas y ánimo para poder seguir nuestro camino, para poder afrontar el sufrimiento. Seamos también nosotros oasis para los demás, espacio de caridad y consuelo.
IV. Jn 19, 23 – 24.
Meditación: Cuando Adán cometió el primer pecado, descubrió que estaba desnudo y se cubrió. Ahora, el Señor, que nos va a liberar, que nos quiere redimir del pecado, se despoja de sus vestiduras, se dispone a entregar al Padre el último resto de su humanidad doliente. Ya no queda nada, sólo su vida desnuda entregada en medio del dolor, con confianza, a quien es fuente de toda vida. Abandonemos las falsas seguridades, las certezas basadas en nuestro orgullo humano. Despojados de todo lo superfluo permanezcamos como un corazón que ama y que es capaz de liberar a sus hermanos.
V. Mt 27, 57. 59 – 60.
Meditación: No queda nada. Ni siquiera un pedazo de tierra donde una Madre pueda enterrar a su Hijo. Y en su soledad, un amigo generoso recoge el cuerpo, le ofrece una sepultura, y ante la fragilidad última del hombre, la muerte, cubre el cuerpo con nuevos lienzos, con cuidado y ternura. Todo ha terminado, y termina como había empezado, con un cuerpo envuelto en ropajes… Y sin embargo, esas sábanas blancas serán anticipo de la mañana radiante de la resurrección, nueva luz, nueva vida que reviste de Gloria al que tres días antes fuera Despojado.
R: Ahora, oramos un momento en silencio, expresando en nuestros corazones la intención con la que realizamos este Quinario. Reconfortados por la mirada del Hijo, recemos todos juntos la oración que Él nos ha enseñado: Padrenuestro…
Oremos Señor Jesús, que antes de subir a la Cruz, fuiste Despojado de toda vestidura, haz que, libres de odios y soberbias, seamos capaces de ver tu rostro en nuestros hermanos que sufren, y así, alentados por tu caridad, podamos ser consuelo para todos. Por Ti, que vives y reinas en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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